África, en contra de lo imaginado, se ama a sí misma. |
Verde, amarillo, rojo
Exposición de fotografía
Cultura Africana y Viajes (C/ Doctor Mata, 1. Madrid)
Del 6 de noviembre al 6 de diciembre de 2008
Es un viaje por lugares conocidos, antes ya visitados, aunque siempre sorprendentes, transformándose continuamente a pesar de que parece que se encuentran anclados en un estadio de letargo eterno. La riqueza de colores, miradas, olores, sonrisas, calores y gestos se transforman en imágenes, espontáneas unas, más preparadas otras, que contribuyen a reflejar la gran dignidad de estos pueblos, pobres en pertenencias y en consumo y ricos en su diálogo con el mundo que les rodea, en el que habitan y que les condiciona tanto sus vidas. Un mundo espectacular, donde la naturaleza se impone con toda su crudeza y su belleza, tanto para la escasez como para la abundancia. Burkina Faso y Mali, el río Níger, la falla de Bandiargara, la cultura Dogón... Lugares y gentes inolvidables que, más que visitarlos, que más que conocerlos, se sienten con todos los sentidos de una forma inexplicable.
Javier Herrero
Los baobabs que parecen deslizarse por una ladera cercana a Banani crean una extraña fuga de cuerpos que sólo se puede ver en África. |
El equilibrio con el que esta joven sostiene el cubo nos parecería imposible de no ser porque nuestros ojos nos dicen que no se cae. |
Al llegar a la cima de la falla de Youga se descubre un paisaje inabarcable que parece un mar verde y rojo, de plantas y tierra. |
A veces, hasta los animales nos miran con tanta extrañeza que parece que se pregunten qué hacen por allí esas gentes con la piel tan pálida. |
Las acacias recortan sus ramas espinosas
contra la grisura de un cielo encapotado
y dispuesto a soltar su furia en forma de lluvias.
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Un galgo africano se mueve haciendo equilibrios entre los difíciles pasos de las aldeas dogones que se sitúan en el centro de la falla. |
Un anciano de la pequeña aldea dogón de la falla Youga observa agradecido las nueces de cola que ha recibido de los visitantes. |
El tiempo corre despacio en estos parajes. No hay entretenimiento más original que observar a los curiosos extranjeros que visitan la zona. |
Los niños, pese a todas las dificultades, son niños en todos los lugares del mundo, y aprovechan cualquier oportunidad para divertirse. |
Un niño dogón de Ireli observa con curiosidad el paso de los visitantes por su aldea. |
Algunos paisajes de la falla de Bandiagara parecen extraídos de una película en la que las extensiones inmensas fueran las grandes protagonistas. |
La época de lluvias convierte el camino a Benimato en un verdadero paraíso de colores llenos de vida y naturaleza. |
Uno de los lugares más conocidos del País Dogón es Teli, con su gran cascada como centro principal de atención. Las fuertes lluvias la hacen crecer de manera espectacular. |
Un cesto lleno de alguna hierba, verduras, pescado seco o ahumado, es suficiente para pasar el día en el mercado tratando de vender algo y compartiendo las novedades con las vecinas de puesto. |
Los laberínticos mercados africanos son un bullir de personas siempre ajetreadas y en constante movimiento. Cualquier rincón es bueno para situarse a vender la mercancía. |
Una mujer de Mopti realiza en el torno algunas piezas de artesanía local que, en realidad, tienen más de utilitarias que de decorativas (a pesar de su sencilla belleza). |
La mirada limpia de esta muchacha que vende en Somadugu es capaz por sí sola de atraer la atención de la cámara fotográfica. |
La silueta de dos niñas que vuelven de lavar se recorta con los brillos del atardecer reflejándose en las aguas del gran Níger. |
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